Recientemente celebró sus 50 años de vida, y 30 años de carrera artística. Fue homenajeado por la Casa de la Cultura y por el Congreso Nacional debido a su larga trayectoria artística. Guayaquil por su lado, le debe mucho a este hijo suyo, quien ha reflejado en muchas de sus canciones el argot guayaco, sus vivencias, costumbres y cultura, y que sin embargo tuvo que dejar este puerto en los años ochenta, al no encontrar el espacio necesario que acogiese la “nueva canción experimental ecuatoriana”, o a algún material que saliera del molde establecido por la moda de la época. Idrovo se trasladó definitivamente a la ciudad de Quito, lugar que vio nacer la mayoría de sus creaciones. Luego en 1998, huye de la mundanal vida de la capital, para fijar su residencia en la paradisíaca e inspiradora isla de San Cristóbal, Galápagos.
Afortunadamente, la receptividad del público guayaquileño hacia nuevas propuestas ha cambiado enormemente, y esto se evidencia en la notable concurrencia a bares y espectáculos donde esta vez, los músicos locales son los protagonistas de la noche. Jóvenes integrantes de bandas locales emergentes (Niñosaurios, Zapatilla Corp, Jefe Vergara, Los Brigantes, Arcabuz, entre otros) estuvieron anónimamente presentes en este mini concierto que éste sábado ofreció Hugo Idrovo, quizá uno de sus padres musicales, que a pesar de los géneros musicales que los separan, los une esta lucha constante por permanecer, trascender, convertirse en parte de la cultura urbana y nacional. Los une esta incansable misión de atraer a este público guayaquileño necio y novelero, difícil de saber llevar.
Idrovo en el Perro Azul
Sentado frente al micrófono, en medio de sus cuatro guitarras que turna durante su espectáculo, Hugo Idrovo sedujo a su público por cerca de dos horas, interpretando su amplio repertorio, dentro del cual constan fusiones de rock, blues, boleros, vals criollo, rocola, música de cantina, “guallenato”, tecnocumbia, entre otros que configuran su estilo “desgenerado”.
Su intervención comenzó en una trova lenta y reflexiva, inmovilizando a su público con su concentración, profesionalismo y dominio escénico, que ha cultivado durante toda una vida de carrera musical. No tardó en llegar la interacción con sus espectadores, creando un ambiente de complicidad y cantina, cantando un tema inspirado en alguna historia amarillista de la “Extra”, llena de sexo, cachos y venganzas. A la exclamación de “Pesetera de caricias, que haces tu con ese negro! Que tiene el que yo no tenga! Esta no te la perdono, por golosa y por infiel!”, el público celebraba con carajadas y aplausos, el ingenio y humor de Idrovo.
No faltó la canción “A montañita”, aclamada por el público nostálgico, que añora las épocas en que el reggaeton, las calles asfaltadas y los policías no llegaban a aquel pueblo playero, que aún conserva en el verano esa magia que tenía, quizá hasta la década pasada. Porque “nada puede ser mejor que volver a Montañita”.
Uno de los momentos más cómicos de la noche fue la interpretación de “Niño Cucú”, la sátira de la tragedia de un drogadicto, en un ritmo vallenato denominado por Idrovo como “Guallenato”, en el que su autor se desdoblaba en diferentes personajes, llevándonos a la risa incontenible, a pesar de la crudeza del tema.
Finalmente, Idrovo cerró la noche con “Todos los cholos”, una “tecnocumbia” muy a su estilo, ridiculizando este género que siempre pretende ser sensual cayendo en lo grotesco, y además burlándose en sus letras de esta cultura del sabido, tan propia de este pueblo. El lugar se convirtió en una verdadera fiesta donde todos bailaban y coreaban “todos los cholos comemos con cuchara arroz con huevo frito, viendo televisión, todo lo malo se paga en esta vida, si es muy viva la rata es mas fuerte el raticida”.
Descomplicado, irreverente, versátil, y profesional, así se mostró Idrovo. Atrás dejó los temas “Gringa Loca” y “Venenoso Batracio”, sus más conocidas canciones, demostrando así su capacidad de innovar y convocar a un público de diversas generaciones.
Esperamos el lanzamiento de su trabajo “Roscoe Boulevard”, que sabemos tendrá gran aceptación, y seguramente Guayaquil se reivindicará con este ícono de la música urbana.
Foto: Ricardo Bohorquez
Afortunadamente, la receptividad del público guayaquileño hacia nuevas propuestas ha cambiado enormemente, y esto se evidencia en la notable concurrencia a bares y espectáculos donde esta vez, los músicos locales son los protagonistas de la noche. Jóvenes integrantes de bandas locales emergentes (Niñosaurios, Zapatilla Corp, Jefe Vergara, Los Brigantes, Arcabuz, entre otros) estuvieron anónimamente presentes en este mini concierto que éste sábado ofreció Hugo Idrovo, quizá uno de sus padres musicales, que a pesar de los géneros musicales que los separan, los une esta lucha constante por permanecer, trascender, convertirse en parte de la cultura urbana y nacional. Los une esta incansable misión de atraer a este público guayaquileño necio y novelero, difícil de saber llevar.
Idrovo en el Perro Azul
Sentado frente al micrófono, en medio de sus cuatro guitarras que turna durante su espectáculo, Hugo Idrovo sedujo a su público por cerca de dos horas, interpretando su amplio repertorio, dentro del cual constan fusiones de rock, blues, boleros, vals criollo, rocola, música de cantina, “guallenato”, tecnocumbia, entre otros que configuran su estilo “desgenerado”.
Su intervención comenzó en una trova lenta y reflexiva, inmovilizando a su público con su concentración, profesionalismo y dominio escénico, que ha cultivado durante toda una vida de carrera musical. No tardó en llegar la interacción con sus espectadores, creando un ambiente de complicidad y cantina, cantando un tema inspirado en alguna historia amarillista de la “Extra”, llena de sexo, cachos y venganzas. A la exclamación de “Pesetera de caricias, que haces tu con ese negro! Que tiene el que yo no tenga! Esta no te la perdono, por golosa y por infiel!”, el público celebraba con carajadas y aplausos, el ingenio y humor de Idrovo.
No faltó la canción “A montañita”, aclamada por el público nostálgico, que añora las épocas en que el reggaeton, las calles asfaltadas y los policías no llegaban a aquel pueblo playero, que aún conserva en el verano esa magia que tenía, quizá hasta la década pasada. Porque “nada puede ser mejor que volver a Montañita”.
Uno de los momentos más cómicos de la noche fue la interpretación de “Niño Cucú”, la sátira de la tragedia de un drogadicto, en un ritmo vallenato denominado por Idrovo como “Guallenato”, en el que su autor se desdoblaba en diferentes personajes, llevándonos a la risa incontenible, a pesar de la crudeza del tema.
Finalmente, Idrovo cerró la noche con “Todos los cholos”, una “tecnocumbia” muy a su estilo, ridiculizando este género que siempre pretende ser sensual cayendo en lo grotesco, y además burlándose en sus letras de esta cultura del sabido, tan propia de este pueblo. El lugar se convirtió en una verdadera fiesta donde todos bailaban y coreaban “todos los cholos comemos con cuchara arroz con huevo frito, viendo televisión, todo lo malo se paga en esta vida, si es muy viva la rata es mas fuerte el raticida”.
Descomplicado, irreverente, versátil, y profesional, así se mostró Idrovo. Atrás dejó los temas “Gringa Loca” y “Venenoso Batracio”, sus más conocidas canciones, demostrando así su capacidad de innovar y convocar a un público de diversas generaciones.
Esperamos el lanzamiento de su trabajo “Roscoe Boulevard”, que sabemos tendrá gran aceptación, y seguramente Guayaquil se reivindicará con este ícono de la música urbana.
Foto: Ricardo Bohorquez
5 comentarios:
Excelente post!
ya extrañaba tus posts... que turro no pude ir... ahí es cuando odio vivir acá en manta... suena a que estuvo increíble... saludos
yo estab ahiiiiii
Hola Princesa Quil,
que tal, escribo para pedir la letra original-con el coro que menciona Elsa, no raticida- de "todos los cholos", que quiero saber la historia original, y no me logro comunicar con Hugo.
Hay un festival en NY en el cual quiero presentar unos temas de Hugo y Viejo Napo pero para eso me falta lo de "T.L.C.", y solo tengo la grabacion temprana de esa cancion.
Millon gracias por qualquier cosa con esto. Le escribe Willie Saar, soy amigo de los musicos pero ando perdido desde hace tiempo...
Hola Guillermo! Disculpa q recien te conteste. No tengo la letra de esa cancion, ni sabía que había una "original".. pero tengo un cd de 4 canciones en la que consta esa .. te la podría pasar.
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